Homenaje al educador Julio Collazos Romero.
A través de este artículo, rindo un merecido homenaje a un educador que con su sencillez, exalta el valor cultural de Corongo, sobre todo relacionado a su folclor a través de múltiples notas y de libros en los que demuestra su sincero amor al terruño. A él le debo la feliz idea de iniciarme en la investigación sobre Corongo. He tenido grandes satisfacciones hasta el día de hoy, porque a lo largo de estos años he recopilado diversas obras que tratan sobre Corongo, ordenadas por épocas mediante fotocopias. Es por esta razón, en el presente artículo deseo referirme sobre una estampa folclórica muy conocida por nosotros, como son los Panatahuas, que anualmente se hacen presente durante la festividad patronal del 29 de junio, conjuntamente con el diablo, oficial, San Miguel y las pallas, complementan el singular conocido sampedrano.
Los Panatahuas según datos bibliográficos, fue un pueblo selvícola cuyas afinidades culturales no han sido identificadas plenamente, más aún, su origen etimológico es desconocido. Se dice que durante el siglo XVII habitaban entre los ríos Coyumba y Monzón, afluentes de la margen izquierda del río Huallaga, en la cabecera del río Pachitea en el departamento de Huanuco. En 1557 ante la penetración de los misioneros franciscanos, quemaron sus casas y se internaron en la floresta. Recién en 1631 comenzaron a ofrecerles acogida y así los franciscanos lograron establecerse en la boca del Chinchao. Este cambio de actitud por parte de los Panatahuas, amainó la belicosidad de otros grupos étnicos. En total los franciscanos fundaron ocho misiones en la tierra de los Panatahuas. En 1691 apenas quedaron unos doscientos Panatahuas en cuatro pequeños poblados. En el año de 1704 todos habían vuelto a la floresta debido a la hostilidades de los Shipibos y los Cashibos contra las misiones Franciscanas. Es posible que los Panatahuas se fusionaran con otras tribus o se incorporaran a la población de los blancos. Los Panatahuas cultivaban maíz, yuca, eran recolectores de miel de abeja y productos naturales, pescaban con armas arrojadizas (arco, flecha, lanza, y arpón) y en la fabricación de estos objetos y sus macanas usaban madera de chonta. Solían lucir pulseras, collares de hueso y los hombres se atravesaban la nariz con un hueso delgado y largo. Estas informaciones se encuentran en el Diccionario Enciclopédico del Perú de Alberto Tauro del Pino, ‘Crónicas Franciscanas y de la II visita Pastoral de Santo Toribio de Mogrovejo a Corongo’.
Estas referencias no dan la certeza de afirmar que la danza guerrera de los Panatahuas llegaron a suelo coronguino a través del contacto que se mantenía con los huanuqueños, quienes fueron propietarios de obrajes en Corongo según el documento de 1594 en visita pastoral, donde se indica la existencia del actual templo de San Pedro Apóstol de Corongo. Por esta razón, quisiera reiterar, que podríamos estar hablando del verdadero origen de la danza de los Panatahuas, enraizada en suelo coronguino, por no existir ciudad o tribu silvícola en la ciudad de Huanuco con esta denominación.
Autor: Jaime Quispe Cancino
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