Cachiche es el nombre de un pueblo, que desde épocas pasadas fue sinónimo de hechicería para muchos peruanos, Cachiche parecia un pueblo de brujas, pues albergó incontables mujeres que de acuerdo con los iqueños, poseían poderes sobrenaturales, utilizados –segun decían– para extirpar los males del cuerpo y preparar brebajes que garantizaban el amor de la pareja, entre otras santerías.
La bruja mas famosa de Cachiche es sin lugar a dudas Julia Hernández Pecho Viuda de Díaz, una bruja que segun cuentan murió a los 106 años de edad, luego de una azarosa vida llena de sortilegios y hechizos, pero sólo de los buenos, de los que curan, de los que reconcilian corazones. Ella no hacía daño. Ella no era "malera".
Esto es lo que afirman sus defensoras, sus historiadoras oficiosas, aquellas que vaticinan un retorno seguro a Cachiche si se contemplan fijamente los ojos de la estatua, aquellas que cuentan -con espanto y horror- la apocalíptica y certera profecía de la palmera de las siete cabezas. Una demostración evidente -dicen ellas- del poder sobrenatural de doña Julia.
Cuenta la leyenda que la bruja predijo que Ica se hundirá cuando reverdezca la séptima cabeza de la palmera que se encuentra en la laguna seca.
Y la bruja acertó, pues Ica quedó bajo las aguas en enero de 1998. El río se desbordó, miles de personas resultaron damnificadas. La gente asegura que ese año no se mochó, ni se quemó la séptima cabeza de la palmera, desde esa fecha no han dejado de hacerlo.
Una plaza de armas llena de sol y arena nos recibe en Cachiche, la tierra de las brujas, a diez minutos de la ciudad de Ica. Un grupo de niñas juega despreocupadamente en una de sus esquinas, saltando la soga, nos acercamos y les preguntamos por el doctor Cabrera, uno de los últimos curanderos de este pueblo, quien trata de mantener la tradición que hizo famoso a este pueblo.
Una de las niñas nos guía hasta la puerta de una casita verde y luego se aleja corriendo. Tragamos saliva y tocamos la puerta que, tras unos minutos se abre lentamente, mientras de la oscuridad surge el rostro ajado y bondadoso de un anciano que nos invita a pasar a su hogar, notamos que por dentro se alza un añejo árbol de huarango.
“Ya no quedan brujos en Cachiche… ya nadie sigue la tradición”, nos dice con desesperanza y suave carraspeo don Víctor Cabrera Espino, que junto a su esposa doña Olinda Arcos; barajaba su ajado mazo de cartas españolas.
Con una lucidez sorprendente a sus 91 años, don Víctor manifiesta que en tiempos de sus abuelos, efectivamente, existían las brujas. Ellos le contaban que era tal la congestión y descuido en el tráfico aéreo brujeril por las noches, que se podían ver al día siguiente enredadas entre los árboles de huarango; a estas señoras de la escoba, pidiendo ayuda a los campesinos para que les ayuden a bajar a tierra.
Don Víctor Cabrera decía: “Todo mi trabajo está basado en la fe: Fe de parte mía para curar y fe de parte de aquellos que desean curarse”.
El honesto y humilde brujo Cabrera, al principio trabajaba en el fundo Mansilla; de unos Arequipeños, los cuales se caracterizaban por ser explotadores, ya al jubilarse; Don Víctor Cabrera, aprendió al arte del curanderismo, pero lo irónico del destino es que sus primeros alcances de la magia; que ha muchos encanta, lo adquirió de la madre de los Mansilla, que años mas tarde; con la experiencia de lo años, dicha virtud de los ancestros de Cachiche, don Víctor Cabrera pulió.
Así pues, aproximadamente a sus sesenta años era una de las Leyendas de Cachiche, retirado de las faenas agrícolas, nuestro brujo Cabrera empezó poco a poco a ganarse el agrado de propios y extraños, que llegaban a su humilde hogar; que sin teatro de velas encendidas, les solucionaba sus problemas; enfermedades o desventuras, en una meditación profunda, un balbuceo de palabras entrecortadas, una mano desgastada por los años, se apoyaba sobre las cabezas, unas miradas atónitas, unas sensaciones anormales fluían por dentro de sus asiduos clientes que venían de tierras muy lejanas peruanos, latinos, europeos, etc., salían agradecidos por las virtudes de nuestro brujo Cabrera. “Cuanto es doctor .... - preguntaban los clientes, como acto confesito sacaba su mano por detrás de una cortina - .... lo que sea su voluntad y que Dios lo bendiga”. No sabía cobrar, pues no era avaro.
Era sin lugar a duda un personaje honesto y carismático que Cachiche lo acogió como su hijo.
Mi padre me cuenta que, así como don Víctor Cabrera Espino, hubieron otros brujos, como uno; que por riñas con un poblador cachichano solvente, por problemas del reparto de agua, este último jalaba mas agua y el brujo le dijo "vas a ver, mudo te vas a quedar", pasado un tiempo mi padre regresa a Cachiche y se saluda con el afectado, y lo hacía solo atraves de gestos, efectivamente el brujo cumplio su amenaza.
Historias como, la de los brujos que se convertían en pavos domesticos, pero que volaban de noche, y habian unas contiendas a muerte en el aire, y pasada la media noche volaban fastidiando a los pobladores desde el aire, llamandolos por su nombre y se rían para causar espanto.
Y, otras historias como venir de la chacra y en el camino de regreso a Cahiche, te encontrabas con un vaca con sus crias, otras veces con un toro debajo de un puente, casualidad, alguien que se olvido de sus animales; no.
Cachiche era chico, todo el mundo se conocía, y todos contaban sus experiencias, y otras historias mas, por ejemplo sobre los amortajados, que escribire mas adelante, cuando lo arme bonito, con calidad de publicación.
Cabrera pudo con muchos males, de muchas personas, pero no pudo con un designio natural su propia ancianidad. Fallece en Ica el 05 de marzo del 2001.
© Copyright 2005 Gualberto Valderrama C.