Amalia Puga de Losada. Nació en Cajamarca el 8 de Setiembre de 1866 y murió en Lima el 20 de Setiembre de 1963. Escritora. Hija de José Mercedes Puga y Valera y de Carolina Puga y Chávarri. Fue educada esmeradamente en el seno de su hogar y pronto fue halagada por el éxito.
Amalia Puga de Lozada, glorificada en vida - caso único en la historia literaria de América - con una estatua que levanta dignificadora apostura en una de las plazas de la poética ciudad de su nacimiento, Cajamarca. Hija de una familia distinguida con raigambre peninsular, fue su padre un político de limpios antecedentes y de vida ejemplar, don José Mercedes Puga. Y fue su madre una noble mujer de la misma prosapia esclarecida y de corazón generoso, doña Carolina Puga de Puga. Su educación, en el romántico teatro de su infancia, fue caracterizada por una vocación literaria precoz, que se alimentó en la lectura de selectos libros de la biblioteca familiar. A los once años ya había publicado algunos cuentos y se había impuesto al ambiente y a la consideración de los hombres de letras como una promesa que pronto debía tornarse realidad, gracias a una "inspiración rica y lozana, a un sanísimo y elevado criterio, así en el orden moral como en el artístico, buen gusto, discreción, elegancia y pulcritud de estilo y destreza en el manejo del idioma", según la atinada expresión de uno de sus panegiristas. Muy joven viajó a Lima y desde 1891 comenzó a publicar interesantes producciones en "El Perú Ilustrado", que era el órgano ilustrado intelectual más prestigioso del Perú. Sus versos y artículos concitaron la atención y la consagraron como un alto valor de las letras que poco tardó en manifestarse en plenitud de originalidad y talento en su obra "Ensayos Literarios", publicada en 1893, y con su poema "El Descubrimiento", que mereció una medalla de la Municipalidad Metropolitana con motivo de la celebración del IV Centenario del descubrimiento de América, realizado con gran pompa y solemnidad en todo el país. Y la prematura consagración no se limitó al estrecho ambiente de la patria. Traspuso las fronteras y obtuvo iguales éxitos en el extranjero, repercutiendo en su brillante existencia de mujer bella e inteligente, gracias a sus producciones, que merecieron el doble honor de traducción y la reproducción en los Estados Unidos, principalmente en la "Revista Ilustrada", que en Nueva York dirigía con especial criterio y dedicación, el caballero panameño don Cristóbal de Losada, descendiente de nobles familias de España y Francia. Una vez que contrae matrimonio, a los dos meses, la señora Puga de Lozada, acompañada de su esposo, visitó los Estados Unidos y se perfeccionó en el dominio del inglés aprovechando esa conquista en conocer los clásicos ingleses y norteamericanos, en adentrarse en la cultura sajona con visitas a museos, bibliotecas y centros culturales y en adquirir un nuevo florecimiento de su consagración en brillantes artículos publicados en diarios y revistas de la Gran Democracia del Norte. La muerte de su esposo la acongojó tanto cuando el porvenir se abría en el horizonte resplandeciente y lleno de promesas para el destino de hogar, la tremenda agonía espiritual que la joven viuda experimentó por la partida del amado.
Amalia Puga de Lozada se encarga de darnos una idea de ese estado anímico en su soneto "Plegaría", que es como una esperanza en la noche de su vida. Bajo estos distintos aspectos admiramos a Amalia Puga en: "Pampas del Sacramento", "La Balada 35", "La Puguita", "Bucólica", "Resurrectio". "Mi ambición", "Refrigerio", "A mi hijo en la infancia", "Abuelita", "Mi plegadera", "Maizales", "Peseta Columnaria", "Los Libros", "Viñeta" y "A una Lámina".
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