Desde aquí, si las cortinas lo permitieran, se observa el interior del templo de Santa Catalina, de una sola nave, terminado de construir poco antes de 1747 y, tras su reconstrucción, consagrado por última vez el 21 de diciembre de 1874.
El templo que en varias oportunidades sirvió para atender los oficios religiosos de la Catedral y del templo de San Agustín, muestra en el altar un bello frontal de plata repujada. Ambas obras fueron efectuadas en el priorato de sor Juana Rosa de Nuestra Señora de los Dolores y Salas.
Este es el Coro Bajo, donde las religiosas de velo negro participaban en el rezo de las Horas Canónicas (vísperas, completas, maitines y laudes) y las Horas Menores (prima, tercia, sexta y nona) así como de la celebración de la Santa Misa.
Actualmente las religiosas de Santa Catalina asisten, desde aquí, a la celebración eucarística que se efectúa en el altar más cercano al doble enrejado.
Abriendo brevemente el doble enrejado que separa el templo del Coro, a través de una especie de cratícula, las religiosas reciben el sacramento de la Eucaristía.
En el templo al lado izquierdo, mirando al altar, rodeado de una pequeña reja, ubicado frente a la segunda puerta que se aprecia desde el Coro Bajo, se encuentra un altar con la imagen de la Beata sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Fue esculpida por el español Rafael García Quinto.
Debajo de dicha imagen se encuentran los restos de la Beata, los mismos que hasta el 22 de enero de 1985, estuvieron entre las rejas que separan el Coro Bajo del templo.
Este Coro, con su techo trapecial o en ochave, similar a los techos de mojinete de Tacna y Moquegua, ha sido testigo de la elección democrática de las prioras que dirigieron el monasterio desde 1586, es decir casi cuatro siglos antes que las mujeres arequipeñas del mundo exterior pudiesen intervenir en la elección de sus autoridades.
Las paredes de este Coro, hasta aproximadamente mediados del siglo XIX, estuvieron decoradas, incluso con pan de oro. Un delicado trabajo de limpieza podrían convertir a este ambiente como uno de los mejores exponentes de la decoración mestiza de todo el ámbito del virreinato del Perú.
Aunque no se conoce la razón exacta por la que se cubrió la decoración de pan de oro, se puede suponer que caben dos posibilidades:
La primera: Se habrían encalado las paredes como consecuencia de una medida aséptica contra alguna de las pestes que afectaron a la ciudad.
La segunda posibilidad: Se habrían cubierto las decoraciones como consecuencia de una decisión vinculada al voto de pobreza de las religiosas.
Tanto las paredes como el subsuelo de este coro fueron utilizados, en el pasado, como zonas de sepultura. Así, por ejemplo, en 1898, siendo priora la madre sor Juana Rosa de Nuestra Señora de los Dolores y Salas, se encontró un pequeño cajón con los restos de Sor Juana de San José Arias. El hallazgo se produjo en momentos en que se aderezaba o reparaba el Coro.
Los restos ubicados al lado derecho del Coro Bajo, estaban en un retazo de tela y al volverlos a colocarlos en el mismo lugar, se adosó una piedra de Berenguel que hoy no se aprecia.
Una placa, que se distingue al costado inferior del segundo cuadro, el que representa a San Antonio, recuerda que a esa zona fueron trasladados los huesos de sor Juana de San José Arias en 1729.
Dos etapas y dos estructuras arquitectónicas se aprecian en el Coro Bajo. La primera corresponde al techo trapecial, que muestra grabado en relieve la Cruz Trinitaria.
Fue precisamente el único obispo trinitario que ha tenido la diócesis, Juan de Almoguera quien aportó para esta construcción.
La segunda estructura corresponde a una ampliación posterior y su cubierta es de bóveda.
En esa zona, construida posteriormente, se encuentra un facistol de cuatro caras, rodeado de una sillería de coro.
Las paredes están decoradas con cuadros de un Vía Crucis de sólo 13 Estaciones.
Fuente: http://monasteriodesantacatalina.blogspot.com/2008/05/visita-guiada-al-monasterio-de-santa.html
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