Tarata, se ubica al Nor-Este de la región de Tacna, limita por el Norte con la provincia de Candarave, por el Sur y Oeste con la provincia de Tacna, por el Nor-Este con el departamento de Puno y por el Este con la república de Bolivia.
CREACIÓN Y DIVISIÓN POLÍTICA
Distrito: ESTIQUE; Capital: ESTIQUE; Creación: Poblado elevado a la condición de distrito por ley de 11 de noviembre de 1874.
Distrito: ESTIQUE PAMPA; Capital: ESTIQUE PAMPA; Creación: Es el distrito de más reciente creación de la provincia, constituido a partir de la dación de la Ley Nº 12539 del 12 de enero de 1956.
Distrito: TARUCACHI; Capital: TARUCACHI; Creación: Distrito de larga data definido a partir de la elevación de tarata a provincia
Distrito: HÉROES ALBARRACÍN; Capital: CHUCATAMANI; Creación: Creado por Ley Nº 11979, de fecha 22 de enero de 1953 y promulgada el 30 de enero del mismo año.
Distrito: TICACO; Capital: TICACO; Creación: Distrito de larga data definido a partir de la elevación de tarata a provincia.
Distrito: SITAJARA; Capital: SITAJARA; Creación: Este distrito fue creado por la ley 12414 de fecha 7 de Noviembre de 1955 durante el gobierno militar que Presidió el General Manuel A. Odria.
Distrito: SUSAPAYA; Capital: SUSAPAYA; Creación: Fue creado el 26 de Octubre de 1955, por ley Nº 1236, durante el Gobierno Militar que presidió el General Manuel A. Odria
Distrito: TARATA; Capital: TARATA; Creación: Su creación data de 1824 durante el mandato del Libertador Simón Bolívar.
La provincia de Tarata fue creada por Ley del 12 de noviembre de 1,874, su capital es la ciudad de Tarata.
HISTORIA
PREHISTORIA
La prehistoria de Tarata se hunde en la oscuridad de los tiempos. Los trabajos del arqueólogo Ravines en la cueva de Karu, muestran un muy temprano poblamiento de Tarata, hacia el 7000 a.c., es decir hace más o menos 9000 años. El estudio del desarrollo cultural regional a lo largo del tiempo es una tarea que la Arqueología tiene aun por desarrollar.
No es mucho lo que se conoce del pasado remoto de Tarata. El arqueólogo Ravines halló un asentamiento del Arcaico en el sitio de Kano, en las alturas del distrito de Tarata, no muy lejos de su actual ciudad. Destacan en la provincia de Tarata, para este remoto período los petroglifos y las pinturas rupestres.
PETROGLIFOS Y PINTURAS RUPESTRES
Las pinturas rupestres suelen hallarse exclusivamente en aleros de rocas, grutas u cuevas. Siempre protegidas de la acción de la lluvia, que las destruiría inmediatamente. Se adaptan al relieve de la roca, sobre la cual han sido impresas, el cual puede ser semiplano, irregular o de caras desarticuladas entre sí. Se les pintó generalmente con ocre de color rojo (arcilla rica en óxido de hierro), en menor número se las puede hallar pintadas de color ocre amarillo.
La interpretación de los petroglifos y pinturas rupestres es tarea muy ardua y no siempre posible, debido a que la cosmovisión del hombre prehistórico no era similar a la de aquel, de períodos más tardíos, que sí es más conocida. Generalmente, los motivos se refieren a elementos de la fauna local que les era importante, económica o ritualmente. Es muy frecuente la representación de camélidos aislados o en grupos; en menor grado, de cérvidos o también, escenas de cacería de los mismos. Los motivos pueden ser realistas o abstractos. Pueden ser también geométricos, tales como círculos, espirales, círculos concéntricos o muy estilizados, a un nivel al cual, su interpretación resulta prácticamente imposible.
La provincia de Tarata tiene un buen número de sitios que contienen tanto petroglifos, como pinturas rupestres. Entre ellos destacan en primer lugar, el campo de petroglifos de Sujilbaya, en Koropuro (distrito de Chukatamani), luego Qhanajiri y Mokara en el distrito de Tarata. También se pueden hallar petroglifos en Estike pampa y Tikako, entre otros. Destacan por sus pinturas rupestres, los distritos de Sitajara, Susapaya y la localidad de Talabaya en el distrito de Estike pueblo.
Luego, existe un vacío a lo largo del Período Precerámico hasta el Período Inicial, marcado en su inicio por la aparición de la cerámica, que en el Sur del Perú, es tardío y aparece hacia el primer milenio antes de nuestra era. Probablemente la andenería de Tarata, pertenezca al Período previo a la aparición de la cerámica, ella constituye uno de sus grandes y singulares atractivos. Se trata de una red gigantesca de andenes, muchos de los cuales, son hasta el día de hoy trabajados y constituyen la base de la economía agrícola, sustento de la generalidad del pueblo de la provincia. La andenería es producto del trabajo continuo de muchas generaciones a lo largo de miles de años, con toda seguridad, tiene su inicio antes de nuestra era y antes de la llegada de los Tiyawanaku, y se desarrolló con el tiempo, hasta alcanzar su máximo esplendor en el Tawantinsuyo, el cual simplemente la administró eficientemente. La actual línea de andenes bajo cultivo, es superada ampliamente en más de 100 metros por andenes en abandono desde el período colonial, debido a la merma de la población y de la disminución del recurso hídrico.
Existen algunos sitios arqueológicos que podrían estar relacionados a este remoto Período pre - Tiyawanaku.
APARICION DE TIYAWANAKU
Ya durante nuestra era, la región de Tarata y la de Tacna en general, pasó a la órbita de influencia de la cultura altiplánica de Tiyawanaku, que tuvo su centro al Este del lago Titiqaqa, a corta distancia de la actual frontera peruano-boliviana y que desbordó su área nuclear, para irrumpir en diversos territorios adyacentes de diverso clima y características geográficas y que la podían surtir a través de colonias instaladas ad-hoc, de los recursos propios de dichos territorios. Se conocen algunos posibles sitios que pueden ser representativos de éste Período.
LA LLEGADA DE LOS AYMARA
A la caída de Tiyawanaku, a principios del segundo milenio de nuestra era, hace su irrupción en Tarata, un pueblo de habla aymara que habitaba las riberas sur-occidentales del lago Titiqaqa y que tendría enorme y definitivo impacto sobre la provincia de Tarata, se trata de los Lupaqa. Ellos eran uno de los más prestigiosos pueblos de la nación aymara y a ellos cupo en suerte, la anexión de este nuevo territorio. A su llegada, los aymara encontraron al territorio ya ocupado y sojuzgaron a la población autóctona, sometiendo a esta población local a un proceso de “aymarización”, que llevó a la desaparición del idioma precedente y de la propia identidad étnica de dicha población, la cual, durante la Colonia terminó por fundirse en el pueblo aymara. Prueba irrefutable de la presencia aymara prehispánica, la constituye la presencia de chullpas o mausoleos de barro, estructuras típicas de la cultura aymara, que se hallan construidas con barro de diversos colores o pintadas con colores.
LA LLEGADA DE LOS INKA
A mediados del siglo XV, llegan los inka y conquistan la región sometiendo a los aymara y a los pobladores primigenios del valle, a quienes ellos denominaron : “Yunka”, que en idioma qechuwa significa : “valle, valluno o habitante de valle”. Anexando así, lo que hoy es la provincia de Tarata al Imperio. Los inka organizaron territorialmente a los vencidos y prueba de ello es que hasta el día de hoy, existe una organización de riego llamada Lupaqa (al Sur del río Chakawira) y otra llamada “Yunka” (al Norte del río Chakawira). Este dominio inka fue fugaz y no alcanzó al siglo. A la caída del Tawantinsuyo, los aymara recuperaron su libertad y sometieron nuevamente a los Yunka, absorbiéndolos racial y culturalmente con el tiempo.
La llegada de los inka a Tarata produjo un reordenamiento del poder, pasando los Lupaqas, que hasta entonces habían detentado el poder, a ser súbditos del Imperio junto a los primitivos pobladores del valle denominados Yunka, que hasta entonces ellos habían sojuzgado. Tarata, durante el Tawantinsuyu, se halló ubicada políticamente en una provincia que la historiadora Rostworowski llama “Kolisuyu” y que iba desde Camaná, en la costa sur de Arequipa, hasta el Norte de la región de Atakama, en el actual Chile. Esta provincia Kolisuyu, se hallaba a su vez inserta dentro de la gran macro-provincia inka llamada Kuntisuyu, ubicada al Suroeste de la ciudad del Cusco.
Los inka dejaron diversas e importantes huellas de su paso. En primer lugar, sus asentamientos, numerosos en diversos lugares de la provincia de Tarata, ubicados en diversos pisos altitudinales de la misma. Uno de ellos, llamado sta María, ubicado a corta distancia del camino inka Tarata - Tikako, frente a la ciudad de Tarata, pudo haber sido un Tambo Inka asociado al Qhapaq Ñan o camino real. Luego está el camino inka en sí, que es una de las huellas claras e incontrovertibles del paso de los inka por la región. Camino que comunica los diversos pisos ecológicos existentes y también los diversos puntos cardinales, en una red intrincada de caminos principales y menores, que fueron transitados por la población tarateña hasta bien entrado el siglo XX, hasta el advenimiento de la carretera afirmada. Aun hoy en día, existen lugares alejados donde el camino inka constituye la única vía practicable. En otros lugares, el camino inka se usa hasta cierto tramo, en la medida que conduzca a los campos de cultivo y más allá de ellos, se le ha abandonado definitivamente. El camino suele ser amplio y plano ahí, donde esto es posible. No obstante, la dura geografía tarateña lo obliga a hacer uso del zig-zag para el descenso o ascenso de laderas empinadas y el uso de puentes para cruzar los cursos de agua. El camino inka de Tarata fue un medio importante de control y comunicación para los inka e integró a Tarata de manera efectiva al Imperio, facilitando el rápido tránsito de personas y productos en una y otra dirección. Tarata se caracteriza por su producción maicera y papera, lo que la debió haber hecho especialmente importante como centro productor de alimentos para la cercana meseta altiplánica, donde los inka tenían grandes asentamientos. El maíz fue especialmente importante para los inka y para la generalidad de los pueblos indígenas peruanos, pues de él no sólo consumían el grano, sino que elaboraban su bebida nacional la “aqha” (nombre de la chicha de los qechuwa) o la Kusa (nombre de la chicha en aymara). Zonas de este tipo eran especialmente valoradas por el Estado Inka.
QHAPAQ ÑAN
Qhapaq Ñan o “camino real” fue el nombre que los inka dieron a la extensa red vial construida durante el Tawantinsuyo. Ella superaba los 35,000 kilómetros de longitud y fue una de las maravillas de su tiempo, pues no existía en América o España una obra de tal magnitud. Su construcción se inició a mediados del siglo XV, durante el reyno de Pachakuti y se prolongó durante el reynado de sus descendientes T’upa Yupanki, Wayna Qhapaq y Waskar. Su finalidad fue la de articular eficientemente entre sí, las diversas regiones del Imperio, así como los nuevos territorios anexados, de manera tal, que su administración política, económica y militar sea rápida y eficiente. De esta manera circularon por el Qhapaq Ñan los ejércitos inka, cientos de miles de mitmas (colonos forzados), cientos de miles de yanas (siervos al servicio del Estado) y el famoso servicio de chaskis, columna vertebral de la administración inka. El Qhapaq Ñan estaba compuesto de dos tipos de caminos: Los caminos longitudinales y los caminos transversales. Los caminos longitudinales fueron los más importantes y fueron dos; el camino longitudinal de la sierra y el camino longitudinal de la costa. El de la sierra tenía preeminencia sobre el de la costa, pues era a lo largo de él, donde se hallaban construidas las ciudades inka, que servían para administrar las provincias y desde las cuales se administraba la costa y la ceja de selva. El camino longitudinal de la costa, fue un importante camino que unía toda la región costera integrando a sus pueblos y sirviendo de medio de comunicación rápido para el Estado. Los caminos transversales fueron también de dos tipos: Los caminos transversales sierra - costa y los caminos transversales sierra - selva. Ambos tipos eran de gran importancia pues servían para comunicar y a la vez abastecer a las ciudades inka de la sierra (el eje del Imperio), con los productos del tributo de los pueblos que habitaban las dos vertientes de los Andes. Tacna y Tarata también estuvieron integradas al Qhapaq Ñan a traves de una serie de caminos transversales, que fueron usados intensamente hasta los años 50’s del siglo XX. Existe un camino longitudinal que comunica Estike, Tarata, Tikako, Sitajara, Susapaya y continua hacia la provincia de Candarave y otros caminos que unen Tarata con la puna y con la costa. Dentro de la infraestructura vial, jugaron un rol importante los T’ampus o posadas, donde los viajeros podían descansar y pasar la noche, así como alimentarse. Los t’ampus estaban administrados y eran abastecidos por los grupos étnicos por cuyos territorios cruzaba el Qhapaq Ñan y lo hacían como parte de sus tributos hacia el Estado, también estaban obligados al cuidado y mantenimiento de la red vial que atravesaba sus territorios. En Tarata, destaca por su excelente estado de conservación, el T’ampu de Chajlaka, en el pueblo de Sitajara (capital del distrito del mismo nombre). La belleza y calidad de los caminos inkas de Tarata han sido tan reconocidas, que la sección del camino inka Tarata - Tikako ha sido galardonada en enero del año 2008, como una de las “7 maravillas turísticas de Tacna”. Venga, lo invitamos a recorrer el camino real de los inkas!.
El período inka fue corto, duró menos de un siglo, y la vital cultura aymara lograría sobrevivir a su dominio, llegando hasta nuestros días con su idioma y sus costumbres, perteneciendo nuestro territorio a la región aymara del Sur del Perú.
Un ejemplo indiscutible de la fuerza y antigüedad de la cultura aymara, lo constituye el hecho que en la región de Tarata se suele aun pintar las bases de la casa de color rojo y las paredes de color blanco, tradición que no proviene de la República y sus símbolos, como pudiera pensarse, sino que proviene de los aymara Lupaqa, llegados al territorio a principios del segundo milenio, hace más de 800 años. Ello se puede comprobar al comparar la chullpa de Kili (líneas arriba), ubicada en el distrito de Sitajara, con las fotos de Tikako y Yabroko, en el distrito de Susapaya. Ello se puede constatar también en el alejado distrito de Chukatamani, donde se puede apreciar dicha tradición en la capilla de Koropuro, entre otros lugares.
COLONIA
A inicios de la Colonia, este territorio estuvo bajo dominio directo de los antiguos Kuraqas Lupaqas, que tenían su asiento en Chukuito, a las orillas del Titiqaqa. Ellos ejercían control sobre Tarata, Putina ubicada en Chipispaya (Chukatamani) y sobre Sama (en la costa).
El historiador Cuneo, manifiesta que los aymaras de Tarata, Putina y Sama, provinieron de la localidad de Pomata (junto al lago Titiqaqa), que junto a Chucuito, Juli, Ilave, Acora, Sepita y Yunguyo, conformaba el gran cacicazgo de Chucuito. En los documentos hispanos de los primeros años de la Colonia, los pobladores de Tarata, aparecen consignados como “mitmas” (colonos) de Pomata. Al advenimiento hispano, los caciques de Pomata, Tarata, Putina y Sama eran los Champilla y lo fueron hasta 1625, cuando quedaron constreñidos únicamente a Pomata, en la meseta altoandina. Este dominio se fue perdiendo gradualmente durante la primera parte de la Colonia y antiguos linajes Lupaqa de Tarata, se conviertieron en caciques de la región, independizándose así de manera política, de la zona altiplánica.
De los primeros años del virreynato existe un valioso documento publicado por el historiador tacneño, don Luis Cavagnaro Orellana en su libro “Materiales para la historia de Tacna”. Se trata de una composición de tierras hecha entre los indios de Estike y el Corregidor, acuerdo que llevaría a la posesión oficial por parte de los indios estikeños de sus territorios ancestrales frente a la Corona, y dice así :
“Con fecha 3 de agosto de 1594, el Corregidor García Ramón proveyó ante su escribano Juan González “…para que los indios que residían en la quebrada de Estike se redujeran a su pueblo de Tacna (pero como en el mismo paraje de Estike donde) tenían sus sementeras y ganados estaba muy distante de dicho pueblo (de Tacna), no podían ser doctrinados espiritualmente ni que se / les administrasen los santos Sacramentos (e incluso les) impuso hasta la pena capital para que se apartasen de dicha quebrada de Estike…”.
Los indios representados por “…su protector el Capitán Juan Alfaro, (dijeron que) se les seguía grandísimos perjuicios en perder (la) posesión de dicha quebrada que desde el tiempo del Inka tenían para sus sementeras y cría de ganados con que satisfacer sus cargas en beneficio del Real Señor y que así estaban prontos a ser admitidos a composición con su majestad y que otros no se apoderaen de la dicha quebrada y sus pastos…”. El Juez de Visita aceptó y los indios ofrecieron 500 pesos aunque se fijaron “…seiscientos pesos de composición (y se obligaron) a fabricar en el término de cuatro meses una capilla en el paraje que pareciese conveniente y así mismo pagar cada uno de los indios que residieren en dicho valle quebrada de Estike un peso encargado al cura de Tarata para que se les administrase sacramentos y diese pasto espiritual por ser el más inmediato…”. El cacique de Estike “… don Pedro Llangato y demás indios, con su protector, por medio de intérprete y lengua se obligaron a las dichas condiciones y en la entrega de los seiscientos pesos a su Majestad para cuyo fin vendieron sus ganados de la tierra (llamas y allpaqas) y los entregaron…”. El propio García tomó al parecer de cada poblador, incluso de “…cuatro asistentes en Potosí por lo que les asistieron sus mujeres…”.
El historiador Cavagnaro señala que los linderos establecidos en la escritura de composición fueron los siguientes :
“…la quebrada Kapatiya adelante del camino real que viene de Sama a Tarata que por un lado linda la ladera y camino que va a lo alto de Karaba por donde se despeña un golpe de agua que entra en el río de Estike y por la otra banda linda este valle con las tierras y arroyo llamado Pakasiko que linda con tierras eriazas por delante y por lo alto con el asiento de Kapatiya hasta las tierras y chacras de papas llamadas Warinas, debajo de cuyos linderos y límites pidieron se les diese posesión de dicho valle de Estike y que se entendiese en ella otra ladera contigua y accesoria llamada Chapiba y por lo alto con la acequia principal con que se riega la dicha ladera y por abajo el arroyo hasta llegar frontero de las chacras de Kallastuki, a cuyos fines tiene esta ladera unos peñascos muy grandes y una cueva, con el aprovechamiento del dicho valle de Estike y anexos de estos los pastos que llaman Chillawa, Kiñahata, Pukara y Okori, los cuales están en la puna de la jurisdicción del río Mauri, a esta parte en todo lo cual y con la dicha ladera nombrada Chapila habían tenido y poseído dicho valle de Estike…”.
Prosigue el historiador Cavagnaro que como esta ladera Chapila no se había considerado en la propuesta original de composición, el Juez y Corregidor les expresó a los indios que debían “…de componerla de nuevo con su Majestad, dando la cantidad que fuere justo, lo cual entendido por los indios con su protector ofrecieron la de trescientos pesos, los cien de contado y los doscientos a plazo…”.
La posesión por los indios estikeños de sus antiguos territorios les fue reconocida en el documento que fuera firmado el 28 de octubre de 1597, por don Luis de Velasco, Marqués de Salinas, nuevo virrey del Perú.
Ya entrada la Colonia, Tarata fue un importante centro indígena, como lo muestran sus hermosas iglesias. La fundación del pueblo original data del 3 de enero de 1741.
IGLESIAS Y CAPILLAS DE TARATA
El templo de san Benedicto Abad, patrono de la ciudad de Tarata, empezó a construirse a partir del año 1611, fue inaugurada oficialmente el 3 de enero de 1741. Las iglesias y capillas de la provincia de Tarata son testimonios, de la centenaria y profunda fe católica de su pueblo, pero también son monumentos, que representan dos trascendentales procesos históricos fundamentales para la formación de la nación peruana, tal como la conocemos hoy :
a) La Evangelización : Este proceso implicó la conversión de los indígenas a la fé cristiana. Ya el 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro VI había encomendado el cuidado espiritual de los habitantes del Nuevo Mundo a los Reyes Católicos. El Papa Julio II, por la Bula Universalis Eclesiae del 18 de julio de 1508, estableció el Patronato Indiano en favor de los Reyes de España, que les concedió a ellos, y a sus virreyes, el derecho de presentar candidatos a todos los cargos eclesiásticos. La evangelización se inició en los primeros momentos de la Colonia. En ella participaron, célebres órdenes religiosas como los Dominícos, llegados al Perú en 1532. Los Mercedarios, llegados al Perú en 1533. Los Franciscanos, llegados al Perú en 1534. Los Agustinos, llegados al Perú en 1551 y los Jesuítas, llegados al Perú en 1568. Estas órdenes se dieron a la colosal obra de evangelizar a los indígenas. Para ello, se erigieron iglesias y capillas por todos los Andes, tanto en la sierra como en la costa. El primer Obispado del Perú y de Sudamérica, fue el del Cusco, creado por Real Cédula el 8 de diciembre de 1535. El Obispado de Lima fue creado por el Papa Paulo III, el 11 de febrero de 1546. El Obispado de Arequipa, fue creado hacia 1577, de él dependía Tacna. Dicho Obispado, como los demás, se dividía en parroquias y curatos, de españoles e indios. La evangelización tuvo dos etapas, la primera fue entre los indígenas de los Andes. La segunda, entre los indígenas de la Amazonía. En ésta última sobresalieron los Jesuítas y el territorio de su actuación se llamo Maynas y comprendía todo lo que hoy en día es el departamento de Loreto. Los Franciscanos tuvieron como marco de su actuación lo que hoy son los departamentos de Ukayali, Huánuco, Pasco y Junín.
b) La Extirpación de idolatrías : A finales del siglo XVI, tras décadas de dominio hispano, las autoridades eclesiásticas se dieron cuenta, que los indígenas no habían olvidado a sus antiguos dioses y que los seguían adorando, siguiendo sus antiguos ritos y costumbres, a la par que fingían ser cristianos o que siéndolo, practicaban también sus antiguas creencias. Ante esa situación, que significaba el fracaso de los esfuerzos por lograr la conversión indígena, se inició el proceso llamado de “Extirpación de Idolatrías” es decir, la liquidación de la religión andina, a la que ellos llamaban Idolatría. Se aplicaron drásticos castigos a los sacerdotes andinos, que iban del flagelamiento a la prisión o al exilio en Chile. Los indígenas practicantes también eran castigados. Se buscaron y destruyeron sistemáticamente todas las Wak’as o santuarios, plantando en su lugar la cruz. Lo que constituye el origen de las cruces en los cerros y otros lugares. Se prohibieron los bautizos indígenas o Rutuchikuy (que pervive parcialmente con el nombre de “cortapelo”). Se prohibieron los nombres indígenas, que fueron obligatoriamente sustituidos por nombres de santos, pasando los nombres indígenas, a ser apellidos. Se obligó a los indígenas a la asistencia controlada a misa. Se cuidó de bautizar, confirmar y casar obligatoriamente a los indígenas. El proceso duró hasta bien entrado el siglo XVII y tuvo bastante éxito.
En los primeros años del siglo XIX, Tarata ingresaría por todo lo alto a la historia del Perú, pues fue aquí, de donde cientos de indios tarateños, bajo el mando del valeroso cacique Kopaja, marcharon hacia Tacna para apoyar al prócer Francisco de Zela en su levantamiento contra el dominio hispano. La ayuda indígena tarateña fue determinante y Zela logró su cometido. Al mismo tiempo, el ejército argentino que luchaba a orillas del Titiqaqa contra el ejército realista peruano, y con cuya ayuda contaban los revolucionarios, fue derrotado. Quedando los revolucionarios librados a su suerte y siendo la revolución violentamente aplastada. Los líderes pagaron con su vida y libertad. Esa revolución precursora dio motivo para que años más tarde, la naciente república peruana le diera a Tacna, el titulo de “ciudad heroica” y a Zela, se le reconociese como precursor de la independencia del Perú. Habiendo caído lamentablemente en el olvido, la gesta del cacique Kopaja y sus bravos y el aporte indiscutible de Tarata, a la libertad del Perú.
REPUBLICA
Ya durante la República, Bolívar decreta en 1824, la creación política del distrito de Tarata. Promulgando décadas más tarde, el presidente don Manuel Pardo, la creación de la provincia de Tarata, el 12 de noviembre de 1874. Señalándose entonces, como sus distritos a : Estike, Tarukachi, Tarata, Tikako y Kandarave. Al convertirse no hace mucho, Candarave en provincia, se incorporaron como distritos: Chukatamani, Sitajara y Susapaya, dividiéndose Estike en Estique Pueblo (antiguo y original poblado) y Estike Pampa.
LA OCUPACION CHILENA
Luego de la derrota en el Campo de la Alianza, el ejército peruano se replegó hacia el Norte y el boliviano, se retiró definitivamente hacia su patria. Se iniciaría entonces, un pasaje extremadamente duro en la historia de Tacna: la ocupación chilena. Luego de los desmanes y crímenes cometidos contra la población civil tras la batalla, se inició oficialmente la ocupación chilena. Mientras que la guerra continuaba su desarrollo en el Norte del Perú, los tacneños no se resignaron a su suerte. Un coronel del ejército, don Gregorio Albarracín y un valiente cubano llamado Juan Luis Pacheco de Céspedes, encabezaron la resistencia al invasor y lo hicieron desde la provincia libre de Tarata, específicamente desde la localidad de Chukatamani, que hoy lleva con orgullo el nombre “Héroes Albarracín - Chukatamani”. Tanto Albarracín, como Pacheco de Céspedes, junto a sus valientes, llegaron a convertirse en un dolor de cabeza para los invasores, poniéndoles a veces incluso en jaque durante sus incursiones en las cercanías de la ciudad de Tacna. Ello motivó que los chilenos planteasen una acción definitiva contra Albarracín y Pacheco en su base de Chukatamani, cayendo Albarracín en una celada junto a su hijo y algunos leales en quebrada Saucini donde se inmolaron luchando hasta el final, en las cercanías del pueblo de Chukatamani, lugar donde se les ha erigido un modesto monumento.
Ese fue el motivo por el cual, toda la provincia de Tarata fuera incorporada al territorio peruano ocupado por los chilenos que comprendía hasta entonces sólo la provincia de Tacna y su puerto de Arica. En Tarata, al igual que en Tacna, los chilenos iniciaron su política de “chilenización”, por la que los pobladores debían renunciar a su nacionalidad peruana y adoptar la chilena, debiendo abandonar también, toda costumbre propia adoptando las chilenas. Se prohibió así, el consumo de kuka, pisco, el uso de luces en las casas durante la noche (por lo que los tarateños debían poner una canasta encima del candil) y también, las fiestas tradicionales. Los tarateños, que en su gran mayoría permanecieron fieles al Perú, empezaron pronto a ser asesinados o desaparecidos, sin que se supiese más de ellos. Muchos hombres vivían a salto de mata, ocultos entre la floresta.
Los chilenos construyeron una serie de retenes, desde donde controlaban el tránsito de las personas. Estos retenes son conocidos por ser también, lugar donde hallaron su fin muchos tarateños, por el único delito de mantenerse leales al Perú. Esta práctica continuó, no sólo a fines del siglo XIX, sino incluso durante principios del siglo XX, pues como es conocido, la brutal represión chilena ejercida contra los peruanos de las zonas alto-andinas de las provincias de Tarata y Tacna, originó que muchos tuvieran que huir para salvar la vida, no sólo individualmente, sino a veces incluso, pueblos enteros, como el conocido incidente de Challaviento, en el cual todo un pueblo tuvo que huir para salvarse de la brutal represión, luego de matar a un feroz carabinero chileno por sus abusos. Esta movilización de pueblos enteros se dio también en la provincia de Tarata y ello se puede apreciar en el distrito de Chukatamani, donde en cuya capital, situada en la margen izquierda del río Sama se puede apreciar en la margen opuesta, un pueblo fantasma, construido por los habitantes de Chukatamani durante la ocupación y a donde se trasladaron en masa, al volverse el río Sama, la nueva frontera entre el Perú libre y el Perú ocupado por los chilenos y del cual ellos pretendían apoderarse definitivamente y al cual trataban ya, como parte de Chile.
Al trasladarse a la margen derecha, los habitantes de Chukatamani, asumieron una vida llena de estrecheces y dificultades, pues la margen derecha era abrupta, pobre en tierras agrícolas y carente de caminos, que esas personas tuvieron que construir, a lo largo de décadas, desde el distrito libre de Tikako (en las alturas) a lo largo de la estrecha quebrada del río Sama. Esta importante obra, por lo accidentado y abrupto del barranco en el que se le construyó, constituye hoy, un monumento a la dignidad y al valor de un pueblo que nunca claudicó frente a la opresión del feroz invasor y que decidió por cuenta propia y librado a sus suerte resistir contra toda esperanza, la política de “chilenización”, lo que a la larga sirvió para que el Perú, pudiera recuperar Tarata y Tacna, alejando así al enemigo del altiplano y de la fuente lacustre del Titiqaqa, que de haber logrado someter a los tarateños hubiera constituido sin duda, su próximo objetivo geopolítico.
LA REINCORPORACION A LA PATRIA
La entrega de Tarata al Perú, se celebró durante el gobierno del presidente don Augusto B. Leguía, el día 1 de setiembre de 1925. Representó al Perú, en aquella ocasión, don Manuel de Freyre Santander. La población tarateña, jubilosa, espectó la ceremonia y el izamiento del pabellón nacional, al son de las marchas, que interpretaba la banda de música del regimiento Húsares de Junín, que desfiló alrededor de la plaza de armas.
La fiesta del 1 de setiembre se transformó desde entonces, en la fiesta civil más importante para Tarata. Se celebra con devoción, pero donde se aprecia un respeto indescriptible, es en la parte alto-andina de Tarata, donde la población brinda ritualmente con la Ch’alla en honor a la bandera peruana, realizándole Wilanchas en la que le sacrifican ganado.
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